viernes, 23 de julio de 2021

Sobre "Una máquina de cemento", cuento de Ray Bradbury

 


Allá lejos y hace tiempo, cuando cursaba el segundo año del colegio secundario, la profesora de literatura nos animó a leer una joya de la ciencia ficción, "El hombre ilustrado", del rey Ray Bradbury.

Debo confesar que, aunque la "ciencia infección", nunca fue mi favorita, la lectura de ésta historia me fascinó, tal vez porque, a mi humilde parecer, el escritor describe el entorno de una manera diferente, preferentemente usando metáforas y dejando intuir lo que está describiendo de una manera muy sutil.

Allí se describe la historia fatídica de un hombre que por necesidad se hace tatuar su cuerpo, por una bruja, con la particularidad de que cada tatuaje cobra vida, durante la noche, relatando una historia diferente, con un final nada feliz para el ocasional espectador. Y como, se pudiera decir que no deja espectador con cabeza, finalmente lo echan de todos lados.



Entre los cuentos relatados hay uno intitulado, "La Mezcladora de Cemento" que hace referencia a un joven marciano, objetor de conciencia, quién se niega a invadir el planeta Tierra, con el argumento que es una misión suicida, debido a que los humanos tenían una cultura triunfadora, debido a que desde la infancia, se nutrían con cuentos e historietas, donde vencen irrevocablemente a las incursiones alienígenas. O sea, que, según su punto de vista, era una tarea inútil que los llevaría al fracaso porque los humanos se creían "ganadores" desde la cuna.


No obstante, para su sorpresa, cuando la invasión llega a La Tierra, los terrícolas los reciben con los brazos abiertos y le dan la bienvenida con música de la fanfarria oficial y regalos en señal de paz, porque para ése tiempo la humanidad habría aprendido la lección y habrían  convertido sus armas de guerra en herramientas de trabajo, para bien de todo el Universo.


Esta situación, le crea cierta desconfianza al personaje principal, y narra desde su óptica las extrañas costumbres de los amables y hospitalarios terrestres, y cómo esas prácticas los termina afectando desde el punto de vista físico, porque su metabolismo no está acostumbrado a la ingesta de ciertas bebidas como la cerveza, aunque "venga de arriba"... Por ése motivo menciona:"siento como si nos disolviésemos lentamente en un tanque de ácido" y "hemos sido arrojados como semillas en una mezcladora de cemento y nos matarán con su amabilidad".


Y termina añadiendo que "el que no se enferma del hígado (con el exceso de cerveza y golosinas terrestres), se suicidaría"...  Una descripción muy ilustrativa sobre el consumismo al que nos vemos sometidos, y las consecuencias de una vida de excesos a las que aparentemente estamos mal acostumbrados...



 


Mucho tiempo después de haber leído éste relato, llegó a mi manos el libro "Fantástico Buenos Aires", una colección de cuentos de ficción, del escritor Ángel Ivaldi, cuyo primer cuento, intitulado "Jugo gástrico", relata las sensaciones de un provinciano en la ciudad de los Buenos Aires, que para este entonces, sus aires no eran tan buenos, y esas impresiones me hizo recordar las vivencias de aquel marciano en un entorno ajeno y poco saludable a nivel físico y emocional


Éste cuento, "Jugo gástrico", se puede leer online en la revista Axxón, y hace referencia a tal vez, una futura Ciudad de Buenos Aires... Después de todo, la ciudad de C.A.B.A. es la que acaba con la salud mental y emocional de la gente que sufrimos el encierro durante la pandemia...


Cuento JUGO GÁSTRICO - Ángel Ivaldi - Revista Axxón #181 (axxon.com.ar)


Continuará...

Claudio, el que no claudica


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